martes, 15 de septiembre de 2009

Adultos sin argumentos




No sé si esto es cada vez más habitual o si soy yo, que cada vez me fijo más y casi tengo obsesión con el tema.

El hecho se repite, una y otra vez, en diferentes lugares, con diferentes personas y en diferentes situaciones. Pero el hecho es el mismo: los adultos no tienen argumentos para apoyar sus decisiones frente a sus hijos.


Ejemplos reales:

Ejemplo número 1: el parque del pueblo, una tarde de verano. Hace calor (claro, es verano...). Los niños juegan, corren, SUDAN. Damián se quita la camiseta. Lógico, tiene calor. Yo estoy sentada a la sombra tomando un refresco y tengo calor. Él está corriendo al sol. Lógicamente, se quita la camiseta para estar más fresco. Un poco más allá, otro niño que juega, corre y suda, se acerca a su madre y le dice:

-Quiero quitarme la camiseta.

-No.

-Vaaa...tengo calor.

-He dicho que NO.

-Pero -ojo, que aquí viene la pregunta del millón- ¿por qué no?

Y la señora responde con otra pregunta:

-¿No ves que nadie va sin camiseta? (Ole y ole su argumento)

Y el niño, lógicamente, le espeta:

-Damián va sin camiseta.

Reacción de la madre: mirada de odio hacia mi (a la que respondo con mi sonrisa más dulce) y bronca al niño. Se han jodido el resto de la tarde y se van a casa entre gritos y lágrimas. ¿Merecía la pena?

Ejemplo número 2: Estamos en un bar y hay una moto de esas que van con un euro. Una niña lleva un buen rato subida a la moto, que está parada. Al final, se atreve a pedirle el euro a su padre:

-Pa, quiero montar.

-No, cariño, es que no funciona.

La niña inspecciona la moto sin ver nada fuera de lo normal, e insiste:

-Pa, pruébalo, a ver si funciona.

-No, ¿no ves que no tiene luces ni nada? No funciona.

La niña se baja decepcionada. Probablemente, la niña sabe que las luces no se encienden hasta que no metes el euro. Poco después, Damián se monta en la moto, mete el euro y... oh, sorpresa, la moto sí funciona. Este padre a lo mejor se ha salido con la suya, pero le ha mentido a su hija. Y ahora su hija lo sabe.

Ejemplo número 3: Esa misma tarde, en otro bar. Esta vez es un coche y no una moto, pero el caso es el mismo. La niña se monta y le hace señal a su madre para que le eche el euro.

-Es que no funciona, ¿no ves que no tiene luces?

Esta vez, la niña es demasiado pequeña para decir nada, así que la bajan y ella se deja. A mi me apetece darle un euro a Damián para que monte, aunque sólo sea para dejar a la mujer en evidencia. Pero no vale la pena. Hoy ya hemos gastado demasiado dinero y así se lo explico a mi hijo. Él lo comprende y decide que ya montará otro día.

Ejemplo número 4: Es lunes -ayer, para más señas- estamos saliendo del super con la compra. Damián mete la mano en la bolsa y saca un huevo kinder, me lo da para que se lo abra, se lo abro, se lo devuelvo, se lo come. Está super contento porque le ha tocado un juguete que aún no tenía (raro, porque los tiene prácticamente todos...). Aparece una niña con cara de haber sido testigo de un espeluznante crimen, tira del brazo de su madre y le dice:

-¡¡¡¡Pero si hoy es lunes!!!!

¿Perdón? ¿Me he perdido algo? Ah, sí, esa estúpida norma social según la cual sólo se pueden comprar este tipo de golosinas de viernes a domingo (en algunas familias, ni siquiera el viernes). Se les repite a los niños desde que son casi bebés, así que nunca llegana plantearse el por qué de esa norma. ¿Qué tiene el sábado que no tenga el lunes? Pero, claro, esto funciona porque es una especie de conspiración de todos los padres y madres del mundo... hasta que aparece una madre como yo (mala madre, dejada, sin criterio, etc) y consigue que algún niño se plantee que quizás no es ningún pecadomortal (ni venial) comer chuches en lunes.


El porque sí, el porque no y el porque yo lo digo están a la orden del día. Además, los niños tienden a no pensar, así que los adultos lo tienen bastante fácil. Y, la peor de todas, es la amenaza de "cómo se entere tu padre, verás". Esta queda para otro post, que ya me estoy calentando.

5 comentarios:

Ana P. dijo...

Tienes toda la razón! Y es que así lo hicieron con nosotros y lo tenemos tan grabado que tendemos a repetirlo mecánicamente. Pero después que tomamos consciencia de cuan poco sentido tiene responderles "porque no" o "porque yo lo digo" o inventarles una mentira sólo por no darles el gusto, cambia nuestra visión de las cosas y podemos ver en las actitudes de los demás cómo se le falta al respeto al niño cada vez que esto pasa.

Me gusta mucho tu forma de criar a tu hijo, yo me demoré en abrir los ojos, en reblarme, pero cada día lo hago mejor =)

Un abrazo

MartaSada dijo...

Ay Lau, y esto todo han sido conversaciones, pero yo aún tengo escalofríos recordando al padre de esta semana, que tras haberle gritado dos veces al niño de tres años que se bajase del puente de madera sobre el tobogán, porque querían irse con otras parejas a tomar algo, y ver que el niño no le hacía caso, y claro, cómo va a quedar mal delante de los demás padres.... un blando al que su hijo no obedece.... se subió como un energúmeno al puente de madera, agarró a su hijo por la camiseta golpeándole en el pecho y lo arrancó brutalmente y lo tiró para abajo... al niño lo pilló desprevenido y del shock ni reaccionaba, hasta que al final lo hizo, evidente, llorando como un descosido y gritando que le había hecho daño al agarrarlo.
Qué bien quedó este padre tan educador, delante de sus amigotes!!!

Anónimo dijo...

Reconozco que yo soy de las madres que dejan lo de las chuches o helados u otra cosa de estas dulces para el sábado o el domingo. En el parque donde voy habitualmente hay madres que dan a sus hijos de 3 años chuches o lo que sea cualquier día de la semana, cuando lo piden, antes de comer, a la salida del cole... pues yo esto no lo veo bien. A mi hija le digo que todos los días no puede ser, el día de fiesta si le apetece, si no estaría comiendo esto mismo todos los días de la semana.
También va bien ofrecer al niño otro tipo de alimento que no sean chuches,yo le digo va venga esto no es muy bueno que lo comas siempre, la verdad es que soy anti chuches, y si las doy es en días esporádicos, y mi hija se queda conforme, se lo explico claro, y no la miento.

Gracias por poner esta entrada tan interesante.

Lau dijo...

Ana: tienes toda la razón, no hacemos más que repetir patrones aprendidos. ¡Tenemos tanto por desaprender!

Marta: hice una pequeña selección de ejemplos, pero podría escribir un libro basado en hechos reales...

Anónimo: el punto del último ejemplo no es "chuches sí" o "chuches no". No veo mal que las familias establezcan normas si para ellos funcionan. Lo que no tengo tan claro es que realmente funcionen. Creo que deberíamos confiar más en la capacidad de autorregulación de los niños: en la alimentación, en el sueño, en el uso de la tele, etc.

Lo que sí puedo asegurar es que los niños que tienen libertad para comer cuantos chuches quieran, son los que menos los piden, porque no tienen el ansia que provoca el deseo de lo prohibido.

Anónimo dijo...

Entiendo lo que dices, pero en muchos casos no funciona, lo digo porque he visto unos cuantos. mi hija tiene en el parque unos cuantos amigos y estan practicamente toda la tarde pidiendo chuches, patatas o cualquiera de estas cosas, sus madres se los da siempre que lo piden y eso es casi cada dia. Mi hija al principio pues miraba, y alguna vez si le ofrecían vale pero siempre no, para nada. Le explicaba que eso no era bueno comerlo siempre, tenía que ser en días esporádicos no cada día, y la verdad lo entendía y se conformaba,(eso no significa que si vamos a comprar y ella quiere algo pues vale, pero no siempre claro) y de vez en cuando vale, pero no como costumbre. Es increíble ver en el parque a tantos niños comiendo todas las tardes chuches y patateo (digo diariamente), y estos niños que lo comen lo piden siempre, no tienen fin.

Estoy de acuerdo contigo en lo demás, tienes mucha razón. Mentirles nunca, explicarles las cosas para que lo entiendan es suficiente, a veces nos complicamos más la vida engañando a nuestros hijos para prohibir algo cuando lo sencillo es decir la verdad.

Valoro mucho lo que estás haciendo por tu hijo, educarlo en casa es una manera tan bonita de disfrutar junto a un hijo, respetas sus ritmos, sus necesidades... en fin, te felicito por esta labor tan estupenda y gratificante...

Saludos

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